Katja
A veces me pregunto por qué los niños saben soñar sin esfuerzo, sin que hayan necesitado aprender y ¡sin miedo! Por qué, cuando están hablando con los Reyes Magos o con Papá Noel, su capacidad de creer es tan grande, que no ven al hombre disfrazado, sino al personaje maravilloso que les hará felices en una noche remota, entrando en su casa de puntillas, como un ladrón.
Tal vez estén hechos de un material más ligero que el nuestro, o quizá, de tanto mirar el mundo que nos rodea, nos hayamos endurecido y se nos haya olvidado imaginarlo, reconstruirlo de nuevo, desde dentro, para llenarlo de historias maravillosas e inquietantes.
Se acaban de apagar las últimas luces de la Navidad pero, si nosotros, los mayores, queremos, puede seguir existiendo la magia durante todo el año.
¡Animo, entre todos podemos conseguirlo! Sólo hay que mirar atentamente a los ojos de un niño, poniéndose a su altura, y dejar que vuelvan los recuerdos de cuando nuestros padres tenían la estatura de un gigante y lo sabían todo, todo, todo…
¿Os apuntáis a esta aventura?
2 Responses

  1. An Says:

    A veces, como ahora, me siento como un niño. Bicos a moreas